viernes, 20 de septiembre de 2013

Historia y realidad.

Nada mas llegar a nuestro refugio en el exilio y con la tristeza de tener que haber dejado otra vez mi país, tuve el presentimiento de que no tardaría mucho tiempo en volver, y así fue.

Esta vez el motivo era el rodaje de varios capítulos de la serie “Isabel” en Barcelona. Sin duda merecía la pena arriesgarse. ¡Yo estaba tan emocionada que no pude dormir durante tres días!.

Cuando llegó el momento y la modista nos había arreglado los trajes a todos, y nos habían hecho las pruebas de maquillaje, llegó el comunicado del director de Patrimonio, Josep Lluís Alay, rechazando la grabación en las escalinatas, en la puerta de entrada y en una de las ventanas del Salón del Tinell de la plaza del Rei, por el desencuentro entre la esencia del rigor histórico del museo y la difusa línea entre la realidad y ficción. ¡Toma ya!.

No hace falta decir que los días que sucedieron, fueron la juerga en todos los periódicos y en las emisoras de radio. Jajajaja, ¿será el desencuentro entre la ficción y la realidad de la historia que hace siempre Cataluña?. Jajajaja, a los poco días Esperanza Aguirre dio la solución en una rueda de prensa: “Hay que catalanizar España”. Jajajaja!.

Me llevé tal desilusión y me quedé tan desolada, que Peter me dijo: -cariño no te preocupes, ya he hablado con el director del Teatro de la Zarzuela de Madrid, para que esta temporada interpretes a Doña Francisquita, mucho mejor y menos problemas que revivir a Isabel la Católica. ¡Ya lo verás!.

Así, que a la espera de que me diesen fecha para acudir a los ensayos generales, aproveché para pasar unos días con mis amos. Marc nos organizó todo de manera que con un coche alquilado y unos disfraces, pasáramos inadvertidos y llegáramos sin problemas al punto de encuentro: Playa Xeraco, en la Comunidad Valenciana.

El viaje fue una gran aventura por la famosa autovía que va de Valencia a Alicante. No es una autovía como en el resto de España, no. Es una autovía, que son dos, pero que es una, pero que no es. Es que va por Albacete, pero que no va, que va por Gandía y Murcia, pero que tampoco va. Siete días dando vueltas a Valencia sin parar hasta que encontramos la salida correcta de la A7 correcta, porque son dos. ¡Miauuuu! El ingeniero que la diseñó se merece un premio y espero por el bien de todos que no le dejen hacer otra como esta...

Cuando por fin llegamos a Playa Xeraco, la abuela Ma estaba en la playa tomando el sol, muy contrariada porque la arena tenía muchos hundimientos y socavones y le impedían andar cómodamente. Le dije que no se preocupara que hablaría con el alcalde para que quitase toda la arena de la playa... a pesar del intento de soborno, sólo conseguí que a la mañana siguiente, pasaran el rastrillo y alisaran la arena, suficiente para que la abuela Ma se quedase satisfecha el resto de los días.

Cuando vi a mi ama, salté encima de ella y lloramos las dos de alegría. Me besó, me achuchó, me estrujó, casi me dejó sin respiración... ¡pero fui tan feliz, hacía tanto tiempo...!

-¡Minú, Minú, mi Minú!, -me decía- mi Yessi querida... ¡Cuánto tiempo sin verte, sin poder abrazarte!. Nos tiramos las dos en la arena, tomamos el sol y yo me quedé ronca de tanto ronronear a su lado.

A los dos días de haber llegado, los gatos de Torrevieja (Alicante), vinieron a buscarme. No entendían como el anterior Gobierno de Zapatero se gastó diez veces lo que vale el canon anual para albergar en el circuito urbano de Valencia el gran premio de Fórmula 1, en una desalinizadora,que como tantas cosas está sin estrenar y no sirve para nada.

Estaban desesperados, nada mas y nada menos que 300 millones de euros, sin contar las plantas previstas en Cavanes-Oropesa y Moncofa. Pero lo peor es que Acuamed, la entidad estatal que construye la planta, no tiene clientes que estén dispuestos a pagar el precio del agua. Tampoco está construida la subestación eléctrica que necesita. ¡Un desastre!.


Me comprometí a ayudarles, hablaría con mi primo Bruno, ya que al vivir en Valencia seguro que nos podría ayudar, primero porque conoce a muchos chuchos muy bien relacionados y segundo porque me debe muchos favores. Quedé en avisarles cuando hubiera estudiado un plan o tuviese una solución, mientras tanto pasaría unos días en esta bonita tierra con los míos. Pronto nos juntaríamos casi todos, el tío Lito y la tía Pi me lo habían prometido. Peter una noche me dio una bonita sorpresa... una cena para dos, en la playa a la luz de la luna. ¡Miauuu! ¡Qué feliz me hizo!.

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