Nada
mas llegar a nuestro refugio en el exilio y con la tristeza de tener
que haber dejado otra vez mi país, tuve el presentimiento de que no
tardaría mucho tiempo en volver, y así fue.
Esta
vez el motivo era el rodaje de varios capítulos de la serie “Isabel”
en Barcelona. Sin duda merecía la pena arriesgarse. ¡Yo estaba tan
emocionada que no pude dormir durante tres días!.
Cuando
llegó el momento y la modista nos había arreglado los trajes a
todos, y nos habían hecho las pruebas de maquillaje, llegó el
comunicado del director de Patrimonio, Josep Lluís Alay,
rechazando la grabación en las escalinatas, en la puerta de entrada
y en una de las ventanas del Salón del Tinell de la plaza del
Rei, por el desencuentro entre la esencia del rigor histórico
del museo y la difusa línea entre la realidad y ficción. ¡Toma
ya!.
No
hace falta decir que los días que sucedieron, fueron la juerga en
todos los periódicos y en las emisoras de radio. Jajajaja, ¿será
el desencuentro entre la ficción y la realidad de la historia que
hace siempre Cataluña?. Jajajaja, a los poco días Esperanza Aguirre
dio la solución en una rueda de prensa: “Hay que catalanizar
España”. Jajajaja!.
Me
llevé tal desilusión y me quedé tan desolada, que Peter me
dijo: -cariño no te preocupes, ya he hablado con el director del
Teatro de la Zarzuela de Madrid, para que esta temporada interpretes
a Doña Francisquita, mucho mejor y menos problemas que
revivir a Isabel la Católica. ¡Ya lo verás!.
Así,
que a la espera de que me diesen fecha para acudir a los ensayos
generales, aproveché para pasar unos días con mis amos. Marc nos
organizó todo de manera que con un coche alquilado y unos disfraces,
pasáramos inadvertidos y llegáramos sin problemas al punto de
encuentro: Playa Xeraco, en la Comunidad Valenciana.
El
viaje fue una gran aventura por la famosa autovía que va de Valencia
a Alicante. No es una autovía como en el resto de España, no. Es
una autovía, que son dos, pero que es una, pero que no es. Es que va
por Albacete, pero que no va, que va por Gandía y Murcia, pero que
tampoco va. Siete días dando vueltas a Valencia sin parar hasta que
encontramos la salida correcta de la A7 correcta, porque son dos.
¡Miauuuu! El ingeniero que la diseñó se merece un premio y espero
por el bien de todos que no le dejen hacer otra como esta...
Cuando
por fin llegamos a Playa Xeraco, la abuela Ma estaba en la
playa tomando el sol, muy contrariada porque la arena tenía muchos
hundimientos y socavones y le impedían andar cómodamente. Le dije
que no se preocupara que hablaría con el alcalde para que quitase
toda la arena de la playa... a pesar del intento de soborno, sólo
conseguí que a la mañana siguiente, pasaran el rastrillo y
alisaran la arena, suficiente para que la abuela Ma se quedase
satisfecha el resto de los días.
Cuando
vi a mi ama, salté encima de ella y lloramos las dos de alegría. Me
besó, me achuchó, me estrujó, casi me dejó sin respiración...
¡pero fui tan feliz, hacía tanto tiempo...!
-¡Minú,
Minú, mi Minú!, -me decía- mi Yessi querida... ¡Cuánto tiempo
sin verte, sin poder abrazarte!. Nos tiramos las dos en la arena,
tomamos el sol y yo me quedé ronca de tanto ronronear a su lado.
A
los dos días de haber llegado, los gatos de Torrevieja
(Alicante), vinieron a buscarme. No entendían como el anterior
Gobierno de Zapatero se gastó diez veces lo que vale el canon anual
para albergar en el circuito urbano de Valencia el gran premio de
Fórmula 1, en una desalinizadora,que como tantas cosas está sin
estrenar y no sirve para nada.
Estaban
desesperados, nada mas y nada menos que 300 millones de euros, sin
contar las plantas previstas en Cavanes-Oropesa y Moncofa.
Pero lo peor es que Acuamed, la entidad estatal que construye
la planta, no tiene clientes que estén dispuestos a pagar el precio
del agua. Tampoco está construida la subestación eléctrica que
necesita. ¡Un desastre!.
Me
comprometí a ayudarles, hablaría con mi primo Bruno, ya que al
vivir en Valencia seguro que nos podría ayudar, primero porque
conoce a muchos chuchos muy bien relacionados y segundo porque me
debe muchos favores. Quedé en avisarles cuando hubiera estudiado un
plan o tuviese una solución, mientras tanto pasaría unos días en
esta bonita tierra con los míos. Pronto nos juntaríamos casi
todos, el tío Lito y la tía Pi me lo habían prometido. Peter
una noche me dio una bonita sorpresa... una cena para dos, en la
playa a la luz de la luna. ¡Miauuu! ¡Qué feliz me hizo!.
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